¿EN QUÉ DIOS CREEMOS LOS CRISTIANOS?
CREEMOS EN EL DIOS DE JESÚS DE NAZARET, EL SEÑOR
Nosotros somos cristianos y, por tanto, creemos en Dios.
Pero, ¿nos hemos preguntado alguna vez en qué Dios creemos?
Bueno, no hay que asustarse de esta pregunta.
Si somos sinceros con nosotros mismos, tal vez descubramos que, en el fondo de ciertos miedos, ciertas angustias que nos invaden de vez en cuando, pueden ser consecuencia de una falsa imagen de Dios, o dicho de otra forma, creemos en el Dios que anuncia Jesús pero no nos creemos del todo que ese Dios sea tan bueno, tan comprensivo, tan exigente, pero, al mismo tiempo, tan misericordioso.
Vayamos por partes. En primer lugar, vamos a reflexionar sobre ciertas imágenes de Dios que más de una vez nos han ocultado el verdadero rostro de Dios.
1.EL DIOS EN EL QUE NO DEBEMOS CREER LOS CRISTIANOS
Vamos a pasar revista a ciertas ideas que hay sobre Dios y que, posiblemente, aún sin darnos cuenta, tengamos también nosotros.
No debemos creer en:
*El Dios abstracto, acartonado y amarillento que quizá nos han mostrado algunas personas.
*El Dios policía, como el ojo que todo lo ve, dedicado a husmear en nuestros actos y a controlar toda nuestra vida.
*El Dios calzonazo, que cierra los ojos ante la injusticia y que se lo traga todo.
*El Dios señor feudal que interviene a su capricho en nuestras vidas, sin miramiento de ninguna clase.
*El Dios del supermercado, que está ahí lleno de mercancías para concedernos lo que le pedimos, siempre a nuestra disposición.
*El Dios tipo amnistía que nos permite hacer todo lo que nos dé la gana porque, al final, nos perdonará todo.
*El Dios perdido en las nubes sentado en su trono excelso, lejos de nosotros, pobres diablos, que no podemos ni mirarlo.
*El Dios leguleyo y moralista siempre con las tablas de la ley en la mano, pesando al miligramo nuestras acciones, juzgándonos y condenándonos continuamente.
*El Dios clónico, a nuestra imagen y semejanza que nos hacemos nuestro de lo que más nos interesa y conviene.
Podríamos seguir pero ya es suficiente. Nos habrá chocado o quizás nos hemos reído un poco pero debemos reconocer que, en ocasiones, creemos en uno de esos falsos ídolos que hemos enumerado.
2.CREEMOS EN EL DIOS DE JESÚS DE NAZARET, EL SEÑOR
Jesús no se cansa de hablar de Dios. Y habla de Él con ternura, con humor, con cariño, con pasión.
No podemos comprender a Jesús, ni sus palabras, ni sus obras, ni su muerte, ni su resurrección, si no aceptamos que el centro de toda su vida, que el corazón de su persona es Dios, su Padre,como valor absoluto, definitivo.
Jesús estaba lleno de Dios y, por eso, no tenía más remedio que hablar de Él constantemente y vivir en su presencia.
En la antigüedad se le llamaba a Dios en algunas ocasiones, "Padre", pero nunca nadie se había atrevido en Israel a llamar a Dios "ABBA", como lo hacía con frecuencia Jesús.
Esa palabra aramea significa "papá, papaíto".
Es la expresión que usaban los niños cuando se dirigían a su padre con ternura.
Jesús, con gran escándalo para la gente, utilizó esa palabra para hablar de Dios y para dirigirse a Él en la oración.
¿Qué significa esto?
Para Jesús, Dios es el Padre Cercano, que ama, que comprende, que perdona siempre, que no abandona nunca a nadie.
La relación con Dios sólo puede ser una relación llena de confianza y de ternura.
Él conoce nuestra fragilidad y nos ama tal como somos.
El Dios de Jesús quiere nuestra libertad.
¡Cuántas veces hemos sentido a Dios como enemigo de nuestras ansias de libertad!
El Dios de Jesús nos libera de las cadenas que atan nuestro corazón y nuestra conciencia: el egoísmo, el odio, el miedo, el legalismo, la angustia, la desesperanza...
Dios potencia nuestra persona para que se desarrolle humanamente en todos los niveles.
El Dios de Jesús no es un verdugo al acecho de nuestros errores.
Es el Padre que quiere nuestra felicidad y nuestra paz.
El Dios de Jesús nos pide responsabilidad:
si yo soy tan amado por Dios, no tengo más remedio que amar también a los que están cerca de mí.
Por eso, podemos decir que, el amor de Dios es también exigente. Nos pide la conversión de nuestro corazón, pero contamos siempre con su misericordia infinita.
Si nosotros comenzamos a ver a Dios de esta forma, nos resultará muy fácil orar, porque la oraciónes un encuentro de amistad en el que no tengo que usar grandes palabras, ni bellos discursos.
Nos basta contar nuestras alegrías y penas, nuestros miedos, pecados, ilusiones o también podemos guardar silencio sabiendo que estamos en la presencia de Dios, que conoce nuestro corazón hasta el fondo y que siempre estará a nuestro lado dándonos fuerza, luz, esperanza... porque Él es nuestro Padre.
-Lee Gál 4, 6-7
-¿Qué imagen tienes de Dios?
-¿Cómo hablas con Él? ¿Cómo rezas?
¡Qué bien lo expresan estos videos!:
DIOS ES MI PC
Nosotros somos cristianos y, por tanto, creemos en Dios.
Pero, ¿nos hemos preguntado alguna vez en qué Dios creemos?
Bueno, no hay que asustarse de esta pregunta.
Si somos sinceros con nosotros mismos, tal vez descubramos que, en el fondo de ciertos miedos, ciertas angustias que nos invaden de vez en cuando, pueden ser consecuencia de una falsa imagen de Dios, o dicho de otra forma, creemos en el Dios que anuncia Jesús pero no nos creemos del todo que ese Dios sea tan bueno, tan comprensivo, tan exigente, pero, al mismo tiempo, tan misericordioso.
Vayamos por partes. En primer lugar, vamos a reflexionar sobre ciertas imágenes de Dios que más de una vez nos han ocultado el verdadero rostro de Dios.
1.EL DIOS EN EL QUE NO DEBEMOS CREER LOS CRISTIANOS
Vamos a pasar revista a ciertas ideas que hay sobre Dios y que, posiblemente, aún sin darnos cuenta, tengamos también nosotros.
No debemos creer en:
*El Dios abstracto, acartonado y amarillento que quizá nos han mostrado algunas personas.
*El Dios policía, como el ojo que todo lo ve, dedicado a husmear en nuestros actos y a controlar toda nuestra vida.
*El Dios calzonazo, que cierra los ojos ante la injusticia y que se lo traga todo.
*El Dios señor feudal que interviene a su capricho en nuestras vidas, sin miramiento de ninguna clase.
*El Dios del supermercado, que está ahí lleno de mercancías para concedernos lo que le pedimos, siempre a nuestra disposición.
*El Dios tipo amnistía que nos permite hacer todo lo que nos dé la gana porque, al final, nos perdonará todo.
*El Dios perdido en las nubes sentado en su trono excelso, lejos de nosotros, pobres diablos, que no podemos ni mirarlo.
*El Dios leguleyo y moralista siempre con las tablas de la ley en la mano, pesando al miligramo nuestras acciones, juzgándonos y condenándonos continuamente.
*El Dios clónico, a nuestra imagen y semejanza que nos hacemos nuestro de lo que más nos interesa y conviene.
Podríamos seguir pero ya es suficiente. Nos habrá chocado o quizás nos hemos reído un poco pero debemos reconocer que, en ocasiones, creemos en uno de esos falsos ídolos que hemos enumerado.
2.CREEMOS EN EL DIOS DE JESÚS DE NAZARET, EL SEÑOR
Jesús no se cansa de hablar de Dios. Y habla de Él con ternura, con humor, con cariño, con pasión.
No podemos comprender a Jesús, ni sus palabras, ni sus obras, ni su muerte, ni su resurrección, si no aceptamos que el centro de toda su vida, que el corazón de su persona es Dios, su Padre,como valor absoluto, definitivo.
Jesús estaba lleno de Dios y, por eso, no tenía más remedio que hablar de Él constantemente y vivir en su presencia.
En la antigüedad se le llamaba a Dios en algunas ocasiones, "Padre", pero nunca nadie se había atrevido en Israel a llamar a Dios "ABBA", como lo hacía con frecuencia Jesús.
Esa palabra aramea significa "papá, papaíto".
Es la expresión que usaban los niños cuando se dirigían a su padre con ternura.
Jesús, con gran escándalo para la gente, utilizó esa palabra para hablar de Dios y para dirigirse a Él en la oración.
¿Qué significa esto?
Para Jesús, Dios es el Padre Cercano, que ama, que comprende, que perdona siempre, que no abandona nunca a nadie.
La relación con Dios sólo puede ser una relación llena de confianza y de ternura.
Él conoce nuestra fragilidad y nos ama tal como somos.
El Dios de Jesús quiere nuestra libertad.
¡Cuántas veces hemos sentido a Dios como enemigo de nuestras ansias de libertad!
El Dios de Jesús nos libera de las cadenas que atan nuestro corazón y nuestra conciencia: el egoísmo, el odio, el miedo, el legalismo, la angustia, la desesperanza...
Dios potencia nuestra persona para que se desarrolle humanamente en todos los niveles.
El Dios de Jesús no es un verdugo al acecho de nuestros errores.
Es el Padre que quiere nuestra felicidad y nuestra paz.
El Dios de Jesús nos pide responsabilidad:
si yo soy tan amado por Dios, no tengo más remedio que amar también a los que están cerca de mí.
Por eso, podemos decir que, el amor de Dios es también exigente. Nos pide la conversión de nuestro corazón, pero contamos siempre con su misericordia infinita.
Si nosotros comenzamos a ver a Dios de esta forma, nos resultará muy fácil orar, porque la oraciónes un encuentro de amistad en el que no tengo que usar grandes palabras, ni bellos discursos.
Nos basta contar nuestras alegrías y penas, nuestros miedos, pecados, ilusiones o también podemos guardar silencio sabiendo que estamos en la presencia de Dios, que conoce nuestro corazón hasta el fondo y que siempre estará a nuestro lado dándonos fuerza, luz, esperanza... porque Él es nuestro Padre.
-Lee Gál 4, 6-7
-¿Qué imagen tienes de Dios?
-¿Cómo hablas con Él? ¿Cómo rezas?
¡Qué bien lo expresan estos videos!:
DIOS ES MI PC
LA MÁS GRANDE HISTORIA DE AMOR
Fuente: http://iesaguadulcereligion.blogspot.com.es/
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